El gobierno nacional está a punto de entregar el manejo de $2 billones anuales a Johan Steven Londoño, un joven sin experiencia técnica comprobada, pero con un historial de lealtad política a Daniel Quintero, exalcalde de Medellín hoy imputado por presuntas irregularidades en su administración.

Londoño fue uno de los alfiles de Quintero en la alcaldía y, ahora, es la carta del petrismo para dirigir el Fondo de Adaptación, una entidad clave para responder a emergencias climáticas y ejecutar obras de infraestructura en las regiones más golpeadas por el cambio climático y la pobreza. El problema: no cumple con los requisitos técnicos exigidos para el cargo, uno de los más altos del Estado en términos salariales y responsabilidad.

“El Fondo no puede convertirse en un botín político. No se puede jugar con los recursos que deben salvar vidas y proteger a las comunidades más vulnerables”, advirtió el representante a la Cámara por Antioquia, Daniel Carvalho, al cuestionar el nombramiento.

La decisión genera serias dudas sobre el criterio del gobierno para ocupar cargos estratégicos. ¿Estamos frente a otro caso de clientelismo disfrazado de meritocracia? ¿Es este el tipo de ‘cambio’ que se prometió?

El país no necesita más cuotas políticas: necesita gente capacitada y transparente al frente de entidades que manejan recursos vitales. Lo contrario es condenar a las regiones a seguir pagando el costo de decisiones tomadas desde el escritorio de los aliados políticos de turno.